24 años después de la firma de los acuerdos de paz, el nuevo reto para los retornados

Después de dos décadas, Guatemala aún viaja por las promesas olvidadas de la paz, los compromisos contraídos por el Estado de Guatemala en aquel lejano 29 de diciembre de 1996 cuando se firmaron los Acuerdos de Paz con la guerrilla, que pusieron fin a 36 años de conflicto armado que dejó alrededor de 250 mil víctimas, han sido incumplidos y no se ha dado la transformación de las causas que originaron la guerra.

Los acuerdos de paz entre el Estado de Guatemala y la URNG, su objetivo principal era terminar con 36 años de enfrentamientos entre la insurgencia y el gobierno, en donde constantemente perdían la vida un sinnúmero de guatemaltecos, los enfrentados y la población civil.

La importancia de que la administración estatal estuviera en manos de civiles garantizó aún más la toma de la decisión inclinándose por la paz. En cuestión de importancia el Acuerdo de Querétaro, un acuerdo realizado previo a este, es esencialmente fundamental en lo que se refiere al tema de la democracia, este fue suscrito en la ciudad de Querétaro, México, el 25 de julio de 1991 donde se firmó el Acuerdo Marco sobre democratización para la búsqueda de la Paz por medios políticos.

Otro acuerdo previamente suscrito para proteger a la vida de las víctimas de la guerra fue el Acuerdo para el reasentamiento de las poblaciones desarraigadas por el enfrentamiento armado, firmado en Oslo, el 17 de junio de 1994 por los representantes de la guerrilla y el gobierno de Guatemala.

https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2002/1307.pdf?file=fileadmin/Documentos/BDL/2002/1307

El problema de los grupos desarraigados, el irrespeto a la vida humana y la necesidad de reasentar a estas víctimas de la guerra, fue el trasfondo principal de estos acuerdos lo que fue pieza principal en los siguientes acuerdos que llevarían al final a los acuerdos definitivos de la Paz.

La problemática de las poblaciones que durante la guerra habían huido hacia las montañas, a los países vecinos de México, Belice, Honduras y El Salvador en el momento de la firma del Acuerdo de Oslo, las partes convinieron en que la solución global de la problemática de la población desarraigada debía guiarse por los siguientes principios: la población desarraigada tiene derecho a residir y vivir libremente en el territorio guatemalteco.

En tal virtud, el gobierno de la república de Guatemala se comprometió a asegurar las condiciones que permitan y garanticen el retorno voluntario de las personas desarraigadas a sus lugares de origen o al sitio que ellas elijan, en condiciones de dignidad y seguridad.

El derecho a la vida es uno de los objetivos que se plantea en los Acuerdos de Paz, garantizar a la población desarraigada el pleno ejercicio de todos sus derechos y libertades fundamentales, en particular de aquellos derechos y libertades que fueron afectados en el proceso de desarraigo.

Reintegrar a las poblaciones desarraigadas, sociales, económicas y políticamente marginadas, creando las condiciones que les permitan constituirse en un factor con dinamismo del proceso de desarrollo económico, social, político y cultural del país.

Priorizar la lucha contra la pobreza y la pobreza extrema, que afectan con particular gravedad las áreas del desarraigo y que corresponden en gran medida a las áreas de reasentamiento.

Desarrollar fortalecer la democratización de las estructuras del Estado, garantizando el ejercicio por las poblaciones desarraigadas de sus derechos y deberes constitucionales a todos los niveles, comunal, municipal, departamental, regional y nacional.

Acuerdo de Paz Firma y Duradera

En Guatemala parecía estarse llevando a cabo una verdadera fiesta, desde el Palacio Nacional de la Cultura, muchas personalidades desfilaron por los principales pacillos de este recinto lleno de historia y vaya sino, se estaba llevando a cabo otro evento histórico que marcaba el cese a eventos llenos de dolor y violencia.

El acuerdo, cerró con broche de oro una larga cadena de procedimientos que, desde la firma de los primeros acuerdos en Oslo, Noruega, terminó con 36 años de enfrentamiento armado en Guatemala.

El proceso para llegar hasta la firma definitiva de los Acuerdos de Paz fue larga y tortuosa; pero, se logró el éxito y con ello se garantizaron a través de firmas de acuerdos entre las partes que llevaron al definitivo cese al fuego y la consecución de la legalidad de la Unión Nacional Revolucionaria de Guatemala, que luego de la firma de los acuerdos de paz paso a formar una agrupación política, con información de la Recuperación de la Memoria Histórica y Memoria Virtual Guatemala.

“Guatemala: Nunca más” o informe de la Recuperación de la Memoria Histórica (informe REMHI) es el informe elaborado en el marco del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica sobre las graves violaciones de Derechos Humanos cometidas en Guatemala.

Dos años antes de la firma de los Acuerdos de Paz entre el gobierno de Guatemala y la URNG, la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (ODHAG) inició un proyecto para recoger testimonios sobre las violaciones de los derechos humanos en Guatemala.

Inicialmente el objetivo del proyecto era dar insumos a la futura Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) cuyo acuerdo básico había sido ya logrado sobre el papel en las negociaciones entre el gobierno y la guerrilla.

“De un análisis superficial que se practicó, el saldo deja mucho que desear, tenemos un saldo negativo”, manifiesta la procuradora adjunta de los Derechos Humanos, Catarina Roquel.

Lo que más resalta es la falta de resarcimiento a las víctimas del conflicto, pues son pocas las familias que hasta el momento han recibido una “reparación”, que aun así no es integral, como lo exige el informe “memorias del Silencio” de la Comisión del Esclarecimiento Histórico (CEH), añade la magistrada de conciencia.

Durante los 17 años de vigencia del Programa Nacional de Resarcimiento (PNR) sólo se han atendido alrededor de 16 mil solicitudes de pequeñas compensaciones económicas, se intentó obtener la postura de este ente, pero no hubo respuesta.

https://www.congreso.gob.gt/noticias_congreso/2249/2018/1#gsc.tab=0

en la actualidad, el PNR enfrenta una crisis por su bajo presupuesto y la poca capacidad de ejecución: de los 300 millones de quetzales que debería recibir anualmente, la asignación apenas alcanza los 25 millones de quetzales.

En Guatemala se mantiene la situación de pobreza, discriminación y exclusión de los pueblos indígenas que fueron, entre otras, las causas que originaron la guerra en 1960, asegura Roquel.

Tampoco se ha cumplido con la integración de una comisión para la búsqueda de los 45 mil desaparecidos, de ellos 3 mil, a pesar de que la iniciativa se presentó en el Congreso hace años.

Y en cuestión de racismo, advierte, “estamos mal” por la ausencia de una cultura de tolerancia y convivencia en un país habitado por pueblos maya, garífuna, xinca y ladina, constituyendo los originarios más de la mitad de la población.

El consejo y la Red Nacional de Víctimas del conflicto considera que muchos de los compromisos no se han cumplido o se han hecho a medias, por lo que miles de personas siguen esperando el respeto a sus derechos, una una reparación y el acceso a la verdad y a la justicia.

Las víctimas reclaman al Estado promover “reformas profundas” para combatir la pobreza en la que vive más de la mitad de los 17 millones de habitantes en Guatemala, el racismo y la discriminación.

Los pueblos indígenas y las mujeres enfrentan muchos obstáculos para acceder a la Justicia, la cual es “lenta” y “difícil” de entender para muchas de las víctimas que ni siquiera saben leer y escribir, destaca una evaluación de los Acuerdos de Paz realizada por estas organizaciones.

Además, se asegura que el sistema de Justicia ha emitido sentencias “emblemáticas” en casos de genocidio, a pesar de que una resolución del Congreso emitida en 2014 niega las masacres ocurridas durante la guerra.

Los pocos avances en materia de verdad, justicia y reparación se han logrado por el compromiso personal de algunos funcionarios públicos y la persistente lucha de las organizaciones de víctimas y de derechos humanos con el apoyo internacional.

El 29 de diciembre de 1996, el Gobierno y la guerrilla firmaron, entre otros, el Acuerdo Global sobre Derechos humanos, el de Reasentamiento de las Poblaciones Desarraigadas por el enfrentamiento armado, Identidad de los Pueblos Indígenas, el de Aspectos socioeconómicos y situación Agraria, y el Fortalecimiento del Poder Civil.

En ese orden, el Gobierno del presidente Jimmy Morales, anunció su decisión de retomar el espíritu de los acuerdos de Paz y darles seguimiento a partir de una nueva agenda para cerrar las brechas sociales y generar el desarrollo económico e incluyente en Guatemala, sin embargo, solo fue una promesa.

Informe de la Recuperación de la Memoria Histórica

La publicación tiene la intención de recordar el hecho de violencia que sufrieron las personas que dieron su testimonio al proyecto REMIH. Muchos de estos testimonios demuestran cómo se violaron los derechos humanos de las personas y de las comunidades, especialmente indígenas, durante los años que duró la lucha armada.

Las víctimas que sobrevivieron a la violencia han tenido que callar, por muchos años, su dolor y sus esperanzas. el proyecto REMIH es una iniciativa de la Iglesia Católica, que nació para que esta gente que expresó los testimonios de violencia que les tocó vivir, para que todos y todas, reconozcan que jamás se repitan estos hechos.

http://www.derechoshumanos.net/lesahumanidad/informes/guatemala/informeREMHI-Tomo1.htm

Las políticas de repatriación de los refugiados

Richard Black y Khalid Koser son dos investigadores que trabajan sobre migración forzada y que han observado que el hecho de ser refugiado frecuentemente se concibe como una situación “anormal”, casi patológica, mientras que la condición de sedentario, de tener raíces en un lugar determinado y en un ambiente cultural específico, se piensa como lo “normal o natural”.

En consecuencia, la repatriación se imagina como la solución natural y lógica del problema del desplazamiento involuntario. La repatriación, por lo tanto, significa el restablecimiento del orden y la armonía en la relación entre gente, culturas y lugares. En esta perspectiva del retorno al país o lugar del origen no solo implica un retorno físico, sino también un retorno a la vida anterior de familia y de comunidad y la recuperación de lo que se ve como la auténtica cultura, identidad y raíces de los desplazados.

Por el aumento dramático, durante las últimas décadas, del número de refugiados en el mundo, la repatriación ha reemplazado a la integración como estrategia principal de solución a los problemas de este tipo de migración, según el informe dado a conocer por los investigadores.

Los países anfitriones, por lo general, quieren “sacarse los refugiados de encima” y ven la repatriación como la mejor solución. Por lo tanto, ha habido poco interés en averiguar lo que realmente quieren los refugiados o lo que, para ellos, significa repatriación, manifiestan Black en el informe.

La vuelta al pasado y a sus raíces perdidas de los retornados

Para muchos el hogar es el dulce hogar, ellos no han querido volver a los lugares donde vivían antes de ir al exilio, a pesar de tener oportunidad de hacerlo. Tampoco han querido volver a su pasado cultural y social, según indica la investigadora Lissa Malkki en el informe Pureza y Exilio para la University of Chicago Press.

En algunos casos sus viejas comunidades y hogares no existen más, en otros, como en el caso de los que vivían en el Petén, no querían reintegrarse a sus comunidades por el rechazo de sus antiguos vecinos, los que no salieron del país durante el conflicto, añade Malkki.

“Los retornados de dichas comunidades no querían construir una vida nueva con gente con las que compartieron sus experiencias del refugio; aprovechar los nuevos conocimientos, habilidades y redes sociales que obtuvieron durante el período de exilio, y combinar estos con los conocimientos y experiencias de su vida anterior en Guatemala”, Lissa Malkki, University of Chicago Press.

Estos retornados no se parecen a la imagen común del refugiado como víctima de las circunstancias, imagen que es ampliamente difundida tanto por los medios de comunicación como por las organizaciones de ayuda.

Aprendieron a captar nuevas situaciones y oportunidades y aprovecharse de ellas. Por el nivel de vida que obtuvieron en los campamentos en México, sus contactos estrechos con organizaciones internacionales de ayuda y de solidaridad y sus experiencias adquiridas como trabajadores en ciudades mexicanas como Campeche o Cancún, el retorno a la vida y cultura campesina de antes era impensable para la mayoría de ellos, concluye la investigadora.

Manifestaciones para alcanzar la Paz. Foto PLURAL: (Cortesía Memoria Virtual Guatemala)

El miedo de regresar a su presente

Paulatinamente se fueron poblando parte de las aldeas que fueron destruidas en 1982 los años siguientes con campesinos traídos de otras partes del país por el ejército. Estos vivían, bajo control militar, organizados en Patrullas de Autodefensa Civil, según refiere la antropóloga, Krsiti Anne Stolen, en su informe Experiencias de retornados guatemaltecos en el Petén dela Unviersidad de Oslo, Noruega.

El reasentamiento es una de las razones por las cuales muchos refugiados no querían volver a las aldeas en donde vivían antes del conflicto. Otra razón, quizá más importante todavía, es que la tierra que tenían en Ixcán ya no iba a alcanzar para sostener a las familias.

“La mayoría de los cooperativistas en Ixcán era gente joven con hijos menores cuando salieron de Guatemala. Cuando se dieron las condiciones para comenzar a planificar el retorno la situación familiar había cambiado radicalmente”, Kristi Anne Stolen, Universidad de Oslo, Noruega.

Algunos sino es que todos los hijos se habían casado y tenían sus propias familias, lo cual significaba un incremento considerable de necesidad de tierras. Las aldeas de Ixcán no eran atractivas. Querían volver a Guatemala, pero preferían un lugar seguro donde pudieran crear condiciones económicas y sociales más favorables para todos.

Motivos para retornar

Algunos de los retornados entrevistados sostienen que el deseo de tierra ha sido el motivo más importante para el retorno. Querían tener tierra que se pudiera transferir a los hijos. Los más politizados, casi todos hombres, enfatizan el deseo de participar en el proceso de construcción de la democracia y la paz en Guatemala, y consideran que sus experiencias de refugiados les califica, especialmente, para esta tarea.

En las negociaciones de paz se llegó al acuerdo de que la repatriación de los refugiados iba a ser voluntaria. A los que querían permanecer en México se les ofrecía documentación de residentes permanentes en el país, mientras que los que volvían a Guatemala pedían la posibilidad de regresar a vivir en México.

La decisión de volver fuera dura y difícil para mucha gente. La inseguridad de lo que les esperaba, combinada con el abandono de lo que consideraban una buena situación de vida en México, no fomentaba el deseo de retornar.

En relación a esto hay marcadas diferencias de género y edad. De manera general, los hombres adultos eran los más positivos, y las mujeres y los jóvenes de ambos sexos, los más negativos. Las mujeres expresaban temor por su propia seguridad y la de sus familias.

A pesar de tener su propia organización con el objetivo explícito de involucrar a las mujeres en los preparativos del retorno y la construcción de la nueva comunidad, pocas mujeres habían, realmente, participado en la planificación.

Esta estuvo, principalmente, a cargo los hombres más politizados. Por otro lado, había muchas mujeres que se decían bastante satisfechas por su situación de vida en México, tanto a nivel económico como social. “La vida era mucho mejor en México, pero mi esposo quería volver. ¿Qué podía hacer yo? No me podía quedar sola ¿qué le parece?”, Declara María Marcelino (53 años) una de las retornadas de la comunidad Nuevo Futuro.

Los conocimientos sobre cómo funciona la sociedad guatemalteca, sobre los derechos civiles y las posibilidades de organizaciones, aparecen también como importantes aprendizajes. “Antes vivíamos como animalitos, no sabíamos que teníamos derechos, que existía algo que se llama derechos humanos”, comenta Manuel Macario (60 años) otro de los retornados a esta comunidad.

En la idea de interpretar desde otra perspectiva, se sintetizan varias ideas pronunciadas en distintos momentos por diversas mujeres que acusan al gobierno de los agravios sufridos por la mayoría de la población guatemalteca y por grupos opositores, en los que se fundamentan los Acuerdos de Paz, siguen impunes y sin rectificación.

El proceso de crear un futuro mejor en Guatemala recién ha comenzado. Aunque los retornados dejan en claro que no quieren volver al pasado. Tratan de construir una vida nueva, económicamente viable y culturalmente satisfactoria aprovechando nuevos conocimiento, habilidades y redes sociales que han obtenidos durante el período en el exilio, y combinando estos conocimientos y experiencias de su vida anterior en Guatemala.

Esta, como muchas comunidades de retornados son de interés, pese a que la gente es pobre, explotada y perseguida por los que les hubieran tenido que defender y proteger, ha podido cambiar su situación una vez ofrecidas nuevas oportunidades.

Imágenes de personas desparecidas durante el conflicto armado. Foto PLURAL: (Cortesía Memoria Virtual Guatemala)

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